La leyenda de Covadonga y Pelayo. ¿Una construcción histórica?

Si comparamos las fuentes cristianas e islámicas, veremos muchas contradicciones en torno a un mismo episodio: la batalla de Covadonga, protagonizada por la figura mitológica de don Pelayo. En esta publicación compararemos dos fuentes: Nafh al-Tib min Ghusn al-Andalus al-Ratib, fuente islámica del siglo XVII, y la crónica rotense, redactada en el reinado de Alfonso III, en el siglo IX. Esta publicación es una introducción sobre ellas, viendo la época en que se redactaron y su finalidad. En la siguiente publicación cómo estas narran de forma distinta este episodio.

Monumento a Don Pelayo en Covadonga (erigido en 1964)


El Nafh al-Tib min Ghusn al-Andalus al-Ratib es una obra escrita en el siglo XVII. Concretamente, el fragmento sobre Covadonga se basó en la obra de Isa Ibn Ahmad al-Razi, que se postula que podía haberse extraído a su vez del Akhbar Muluk al-Andalus, de su padre, conocido como “el moro Rasís”, autor de mediados del siglo X. El Nafh al-Tib fue escrito por Sihab al-Din al-Maqqari al final de su vida. Este es un autor nacido en Tremecén (actual Argelia) en 1577 y fallecido en El Cairo en 1632. Tuvo acceso a la biblioteca de los sultanes de la dinastía Saadí de Marrakech, lo que le permitió estudiar numerosísimas crónicas medievales, que utilizó, juntando fragmentos de distintas fuentes. La redacción de la obra se produce en El Cairo, dentro de las fronteras del Imperio otomano. En cuanto a la veracidad de la obra de al-Maqqari, algunos autores alegan que al ser una obra tan tardía, no puede ser tomada ni mucho menos al pie de la letra. En ocasiones introduce fragmentos sin citar la autoría (por ejemplo un pasaje en el que Pelayo marcha a Córdoba), lo que le resta veracidad. Incluso tiene contradicciones con la obra de al-Razi, que cita varias veces. Por otra parte, en el caso de las obras no conservadas en que se basa, no podemos contrastar si realmente es un fiel transmisor de los textos originales, porque muchos de ellos no se han conservado. Además, su redacción posterior podría contener interpretaciones políticas de la época del propio autor, que supongan una deformación consciente o inconsciente del pasado.


Por su parte, la crónica rotense basa su relato sobre Pelayo en la Leyenda de Covadonga, relato oral del siglo VIII, puesto por escrito a mediados del siglo IX por la crónica de Ordoño I, obra anterior al 866, que luego pasará a conformar la crónica de Alfonso III, que vio la luz seguramente en dicho año 866 en el reino de Asturias, al noroeste peninsular. No conocemos al autor de dicho fragmento. Podemos decir claramente que es una crónica con una finalidad política y propagandística (y concretamente el fragmento estudiado tiene muchos tintes literarios), lo que tiene que ver con la intencionalidad de los autores que la redactan: fundamentar la legitimidad política del reino de Asturias, al identificarlo con la fe cristiana y el reino visigodo, colocando a Pelayo como héroe restaurador de la realidad goda. En ella se presenta la idea de la pérdida de las “Españas” (en alusión geográfica a la península ibérica), para justificar la expansión cristiana sobre el islam. Se escribe en un momento de grave crisis de al-Ándalus (conocido como fitna del emirato, antes de la proclamación del califato de Córdoba), en la que circulaban profecías de que el reino godo sería restaurado. La crónica es reflejo de esa mentalidad. Por ello, se considera una obra de carácter neogótico, seguramente influida por los emigrantes mozárabes que encontraron un hogar en los reinos cristianos del norte. En cuanto a la veracidad del fragmento, hay que tener en cuenta que la obra se basaría en relatos orales que llevaban un siglo circulando hasta que se pusieron por escrito, por lo que probablemente no se ajuste en gran medida a la realidad histórica. No solo eso, sino que contiene grandes exageraciones y licencias literarias en cuanto a los hechos descritos, algo habitual en fuentes de la época. Al fin y al cabo, es un relato construido con una clara finalidad política y propagandística.

Don Pelayo, de Luis de Madrazo y Kuntz (s. XIX)

El texto de al-Maqqari describe un contexto en el que Pelayo y un grupo de trescientos resisten a la ocupación musulmana, en expansión. A continuación narra una escaramuza muy breve y cómo los musulmanes se retiran de la zona considerando que los rebeldes no son peligrosos. Finalmente describe la dinastía inmediata de Pelayo y sus sucesores. El segundo texto narra cómo el poder central cordobés reacciona al desafío de Pelayo y se prepara para enfrentarse a él, cómo Oppas intenta sin éxito convencerá Pelayo de pactar con el poder central andalusí en lugar de sublevarse y cómo se produce el enfrentamiento y la derrota musulmana gracias a la intervención divina.

En primer lugar cabe comentar el tema de las fechas. Mientras que la crónica rotense no da ningún dato que permita fechar el relato (y eso da más aires literarios al texto), el fragmento de al-Razi tiene dos referencias: que la batalla se produjo en tiempos de al-Qalbi (721-725) y que Pelayo murió en el año 133, tras 19 años de reinado (lo que supondría que, o la batalla aconteció en el año 736 o que Pelayo empezó a gobernar tiempo después de la batalla). En cualquier caso, llama la atención la imprecisión. Otra diferencia la encontramos en cómo se menciona al lugar de los acontecimientos: los musulmanes hablan de roca y los cristianos de cueva (además, dando a entender que tenía un edificio religioso). El apelativo de “roca” da al habitáculo una condición más precaria, quizás para tratar de desprestigiar a los cristianos. Ambas fuentes coinciden en no numerar sus fuerzas y sí la de sus rivales: 300 hombres (cristianos) dice la fuente musulmana (que quedarán en 30 hombres y 10 mujeres) y 187.000 soldados (musulmanes) dice la crónica cristiana. Seguramente sean cifras que no tengan nada que ver con la realidad: los musulmanes tienden a minusvalorar a las fuerzas de Pelayo y a dar a entender que ni siquiera son un ejército, mientras que los cristianos exageran las cifras rivales para engrandecer la gesta.

La cifra cristiana parece basarse en el episodio bíblico del asedio de Senaquerib de Jerusalén, con una cantidad similar de tropas. Ambas fuentes tienden a tratar con menosprecio a su rival. En el caso de al-Razi es más claro, llama asno salvaje a Pelayo y más adelante a los que le apoyan, politeístas a los cristianos (haciendo alusión a su fe y creencia en la Trinidad y los Santos), y da a entender que se alimentan de lo que pueden, en este caso miel. Quiere que el lector comprenda que no son nadie, desde el punto de visto de la cultura de andalusí. En contraposición, al-Razi ensalza la labor de conquista de la península ibérica por los musulmanes. Por su parte, la crónica de Alfonso III llama caldeos a los musulmanes (lo que remite a la ciudad de Babilonia, donde los caldeos fueron una dinastía reinante en la etapa neobabilónica, enfrentada al pueblo judío). Ambos textos establecen al final cierta continuidad con el presente en que fueron escritos. En el caso de al-Razi, considera a Pelayo como el iniciador de la construcción política que en su época (el siglo X) podía identificarse con el reino de Asturias. En el caso de la crónica rotense, al final del texto se muestra cómo aún quedaban (en ese siglo IX) despojos de la batalla en el río, quizás haciendo una metáfora de cómo esa victoria había sido fundamental para entender el presente del reino de Asturias. En ambos casos se lleva a cabo una teleología, es decir, una voluntad de mostrar el pasado de los autores como un camino inescrutable hacia su respectivo presente, algo que sería muy criticado en la actualidad. Pelayo no podía saber que varios siglos después existiría el reino de Asturias, ni que la guerra del cristianismo frente al islam frente a la península ibérica perduraría tras su muerte.

Por otra parte, la crónica rotense no nos describe qué sucede en un lugar y en una fecha concreta. Es más bien un relato literario atemporal (con función política, eso sí), que incluso contiene diálogos completamente ficticios y numerosos recursos inspirados en los textos bíblicos, mediante los cuales se imprime un carácter sagrado a la obra y se legitima la acción de Pelayo. mostrado como un héroe y a su pueblo como el elegido por Dios, equiparando a los cristianos con los israelitas del Antiguo Testamento, porque sostienen una causa justa. Ello es lo que le lleva, según la crónica, a realizar la grandiosa gesta que nos muestran desde el reino de Asturias. Por último en el texto asturiano habría que mencionar la concepción positiva que tienen del reino visigodo, que “brillaba más que otros países por su doctrina y ciencia”. Lo ven como un modelo de positividad a recuperar, porque según alegaban, hacía sido conquistado de forma ilegítima por los musulmanes.

Como conclusión, podemos decir que ninguno de los fragmentos estudiados nos sirve para conocer de forma clara los acontecimientos históricos descritos, debido a que seguramente ambos relatos, con versiones muy distintas, sean igualmente construidos. Eso sí, nos sirve para matizar la batalla de Covadonga, que no habría sido un gran enfrentamiento, ya que seguramente fuese una o varias escaramuzas de menores dimensiones llevadas a cabo en la zona, que darían pie al desinterés islámico por la anexión de dicha área, al ser un territorio de escaso valor económico.

BIBLIOGRAFÍA:
-Arbesú, David. De Pelayo a Belay: la batalla de Covadonga según los historiadores árabes. Bulletin of Spanish Studies, 88, No. 3, 321-340. 2011.

-García Sanjuán, Alejando. La conquista islámica de la Península Ibérica y la tergiversación del pasado: del catastrofismo al negacionismo. Madrid: Marcial Pons Historia, 2013.
-Manzano, Eduardo Moreno (en Fontana, Josep y Villares, Ramón (dirs.). Historia de España). Épocas medievales. Barcelona: Crítica: Marcial Pons, 2007.
-Marinas, Iván Pérez. Las obras de las crónicas de Alfonso III: Crónica de Alfonso II sobre el final de los reyes godos, Leyenda de Covadonga, Crónica de Sebastián de Salamanca y Crónica de Ordoño I. Journal of Medieval Iberian Studies, 7, No. 2, 249-265. 2015.

Podéis ver las publicaciones originales en la siguiente guía de Instagram:

https://www.instagram.com/res_historica/guide/don-pelayo-leyenda-y-realidad/17846947556672742/?hl=es

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