El dragón de Saint-Marcel

El autor Venancio Fortunato, en su Vita Sancti Marcelis, narró cómo una serpiente o dragón devoraba el cadáver de una mujer adúltera tras un acto funerario. El pueblo, aterrorizado, solo pudo recurrir a los actos del obispo local, que con un báculo pudo controlar a la bestia y ordenar que se ocultase entre la maleza. Este relato hace referencia al noveno obispo de París, San Marcelo, que vivió en el siglo V, antes de la caída del Imperio romano. La narración se fijó por escrito un siglo después de la vida de este personaje.

Legend from Vita of St Marcel, Bishop of Paris, MSS 5227, folio 18 recto, Paris, Bibliothèque de l’Arsenal, manuscrito de 1350

La leyenda de Saint-Marcel nos permite conocer mejor el pensamiento de la época. Así, el relato, bajo una forma literaria (ya que no se refiere a unos hechos plenamente constatables como verídicos), sitúa a un dragón que podría ser según símbolo del paganismo y del diablo. El dragón representaría las tensiones entre la alta cultura eclesiástica (que atribuye a la criatura la acción de las fuerzas del mal) y una cultura popular que lo conserva de épocas precedentes, como un símbolo con significados ambiguos. El imaginario cristiano medieval toma el concepto de dragón como Satán a partir del Apocalipsis, considerando a los dragones menores sus secuaces. No obstante, en la Biblia aparecen tres serpientes-dragones: Behemoth, Leviatán y la serpiente tentadora del Génesis. En la tradición de las fuentes cristianas se establece, de esta manera, un significado a la victoria del santo sobre un dragón o criatura similar: la victoria del bien sobre el mal. Tenemos ejemplos de relatos de dragones de la Alta Edad Media, como los relativos al dragón de Provins o el dragón de Marsella. Esta figura del dragón propia del cristianismo podía haber tenido influencias de época grecolatina. Sin embargo, la criatura que aparece reflejada en este fragmento parece evidenciar más bien el folklore de la población local y la cultura pagana previa, difuminada pero todavía presente. Por otro lado, este relato se ha interpretado como un episodio de ocupación de tierras antes salvajes, que habría implicado roturación y drenaje de pantanos.

Así, constituiría una cierta leyenda fundacional del establecimiento que posteriormente cobrará el nombre del santo: Saint-Marcel, cerca de París. La victoria del santo es también de naturaleza mental, psicológica y social. Esto se debe a que su acción sirve para reconfortar, dar mayor seguridad y estabilidad a un pueblo atemorizado. Aparece, así, como liberador y civilizador. El santo no solo cumple una función religiosa, sino claramente ciudadana, como se deduce del lenguaje más cívico presente en la obra de Venancio Fortunato.

Aun así, cabe entender el relato desde la óptica del cristianismo. El protagonista es un santo, una persona de gran relevancia para dicha religión y que según la lógica del momento, podía interferir mediante contactos con el mundo divino, rompiendo las normas naturales por las que se rige el mundo, mediante el milagro. Así, a través de él se pretendían mostrar modelos concretos de comportamiento. Así, san Marcelo constituye un ejemplo de santidad episcopal. En definitiva, el relato expresa el poder creciente de una Iglesia encargada de dar estabilidad a una sociedad en una época difícil. Se refleja ese papel político y cívico que los obispos alcanzaron como rectores de la vida urbana, como garantes de la moralidad y la fe cristiana, jefes tanto civiles como religiosos, grandes propietarios, referentes culturales…, desde finales de la Edad Antigua y comienzos de la Edad Media. La óptica de Fortunato muestra un mundo en el que aún se aprecian las tensiones entre el paganismo y el cristianismo, así como entre lo salvaje y lo civilizado. Nos encontramos ante un momento, por tanto, particular, en que la Iglesia estaba adquiriendo gran peso en la sociedad de su tiempo.

BIBLIOGRAFÍA:
-Charrone, J. P. (2007). Los modelos de santidad en la biografías en prosa de Venancio Fortunato. Archivum: Revista de la Facultad de Filología, 57, 25-45.
-García, S. B. (2013). Venancio Fortunato y las letras en el Medievo y el Humanismo. Tiempo y sociedad, 13, 98-160.
-Le Goff, J. (1983). Tiempo, trabajo y cultura en el Occidente medieval. Madrid: Taurus.

Podéis ver la publicación original en instagram: https://www.instagram.com/p/CUTJ18Kob6R/

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