La batalla del Puig (1237)

En el siglo XIII, en plena Edad Media, el hundimiento del poder almohade algunas décadas después de la batalla de las Navas de Tolosa (1212) favoreció la expansión de los reinos cristianos peninsulares. En la Corona de Aragón este proceso fue capitalizado por el rey Jaime I. En 1229 (el mismo año de la conquista de Mallorca por este monarca) el gobernador de Valencia, Abu Zaid, fue desposeído de su cargo por Zayyan ibn Mardanish (noble local), lo que hizo que Zaid pactara con Jaime para acabar con Mardanish. Los primeros ataques se produjeron en 1232 cuando Blasco de Aragón conquistó Morella. Un año después, el rey decidió dirigir personalmente el proceso y tomó plazas importantes como Burriana y Peñíscola, y realizó expediciones hasta Cullera y Alzira sin encontrar apenas oposición. Ello llevó a que en 1236 se decidiera planificar una nueva campaña que contaría con una bula de cruzada otorgada por el papa Gregorio IX.

En este contexto se produce la única batalla de la conquista de Valencia: la batalla del Puig, en 1237. Se produjo en el único montículo de la huerta norte de Valencia, conocido como Puig de Cebolla o de Enesa (actual Puig de Santa María), o Yubayla para los musulmanes. Cuando fue conquistado por los cristianos, el lugar se convirtió en un centro de operaciones para dirigir los diferentes ataques a las distintas alquerías indefensas, como Museros o Moncada.

Como suele ocurrir en este tipo de contiendas, la batalla está rodeada de leyendas y milagros. En este caso se trata de la aparición de la Virgen del Puig. La leyenda dice que la Virgen formaba parte de un relieve bizantino de gran peso y antigüedad (se suele decir que del siglo VIII), cubierta por una campana. Esta aparición fue una justificación ideológica de la conquista cristiana y del mantenimiento de dichas tierras.

Restos del castillo del Puig en la actualidad

En ese contexto, en el Puig se quedó una guarnición de 300 hombres a cargo de Bernat Guillem d’Entença (tío de Jaime I). El rey, por su parte, volvió a Teruel para buscar más tropas. Los musulmanes, liderados por ibn Mardanish, contraatacaron aprovechando la partida del rey. Aprovechando su superioridad numérica, plantaron batalla el 15 de agosto de 1237. Ibn Mardanish atacó y los cristianos salieron al combate con la mitad de sus hombres, mientras la otra mitad del contingente se hallaba resguardada. Los musulmanes creyeron que su victoria era inminente, pero las tropas cristianas escondidas aparecieron para atacarles. Los musulmanes ante la confusión generada, consideraron que dichas tropas eran los refuerzos del rey Jaime. Por ello, muchos huyeron y otros tantos fueron masacrados.
Tras la batalla, el siguiente paso era la conquista de la ciudad de Valencia, ya en la primavera de 1238, como veremos mañana, 9 de octubre, día en que se conmemora la conquista cristiana de la ciudad por Jaime I.

Recreación del castillo cristiano del Puig


Como curiosidad, hay un retablo que rememora la batalla, símbolo del gótico valenciano. Pertenecía a la compañía del Jordi del centenar de la ploma (la pluma). En la desamortización se vendió a un marchante francés, que lo vendió al marido de la reina Victoria (por ello se encuentra en el Victoria and Albert Museum de Londres). En su tabla central representa la batalla del Puig, pintada unos 150 años después de la misma. En ella, el rey aparece comandando las tropas (a pesar de que realmente no estuvo presente en la batalla, sino que estaba en Teruel). Además, aparece San Jordi matando musulmanes. La obra es una muestra de las hazañas de Jaime I, ayudado por la intervención divina. No sabemos quién pintó esta obra, pero se cree que fue Marshall de Sax.

Si queréis, podéis acudir a la publicación original en Instagram: https://www.instagram.com/p/CGGS2tOh03x/

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