La sociedad medieval como un cuerpo

Durante la Edad Media surgió una metáfora para describir la sociedad, que la mostraba con un cuerpo humano compuesto de diversas partes con distintas funciones. Estas metáforas corporales fueron anunciadas por San Pablo en sus epístolas, al comparar la iglesia con un cuerpo. De esta manera, se permitía plasmar una imagen de la sociedad que superaba la concepción fija enunciada a principios del siglo XI por Adalberón de Laón y Gerardo de Cambray sobre los tres órdenes: laboratores, oratores y bellatores. Frente a esta imagen tan rígida, las metáforas corporativistas permitían incluir tantos componentes estamentales y funciones como fuese necesario. Esto se entiende en una sociedad no igualitaria, en la cual se concedieron privilegios diferentes a las personas, en función de su adscripción social. Si acudimos a los autores de la península ibérica, veremos que algunos como Francesc Eiximenis desarrollan esta metáfora a finales del siglo XIV, incluso especificando qué parte corporal se asociaría a ciertos sectores sociales: la cabeza al gobernante, los ojos y orejas a los jueces y oficiales, los brazos a los caballeros y soldados, el corazón a los consejeros, los genitales a los predicadores y los que enseñaban, los muslos y piernas a los menestrales o artesanos y los pies a los labradores. Como vemos, las funciones se otorgaban dependiendo del sector social o de las actividades socioeconómicas de la población, lo que implicaba el reconocimiento de un prestigio diferente. A pesar de todo, se alegaba que para el buen funcionamiento de la sociedad era igualmente necesaria la labor de cada una de las partes, entre las que debía reinar la armonía.

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