EL SIGLO XI PENINSULAR

El siglo XI fue una situación bisagra en la historia peninsular. La muerte de Almanzor en el año 1002, de su hijo y sucesor abd-al Malik en el 1008 y de su otro hijo Abderramán Sanchuelo en 1009 generó rápidamente una guerra civil andalusí. La minoría del califa Hisham II en vida de Almanzor, su reclusión por parte de otros aristócratas, además de su deposición en 1009 por otro candidato al califato, el bisnieto de Almanzor, agitaron la situación. La sucesión de califas, la llegada de nuevas dinastías (como la hammudí), las luchas entre las aristocracias por el poder y la tensión entre los aristócratas locales y el poder central dieron lugar a la disgregación definitiva del califato de Córdoba en 1031. En ese contexto, los reinos cristianos actuaron como tropas al frente de unos y otros contendientes, recibiendo soldadas por su servicio. También actuaban saqueando zonas musulmanas y llevando a cabo una economía de depredación sobre el enemigo. Tras la caída del califato, una nueva situación se abría paso: las primeras taifas. Ante la falta de un poder central que fuese capaz de sostener todo el territorio bajo su dominio, las dinastías locales fundaron sus propios poderes. Entre las taifas destacaban las de Sevilla, Zaragoza, Toledo, Badajoz y Denia, que lograron una gran expansión.

Mapa de las taifas peninsulares en el siglo XI

¿Qué ocurre? Que estas taifas no tenían la misma capacidad económica, política y militar que el califato de Córdoba para hacer frente a unos reinos cristianos que desde el siglo IX y habían ido fortaleciéndose progresivamente (eso sí, con altibajos, no fue un proceso lineal). Por ello, estas taifas debieron someterse a las parias impuestas por los reinos cristianos: tributos otorgados a sus reyes para evitar que los atacasen, y para garantizar que los defendiesen frente a otras amenazas, ya fuesen cristianos o musulmanes. Ello supuso un aumento de la fiscalidad en las taifas, que generó un descontento social importante. Además, causó una situación de dependencia del exterior, que a la vez que mermaba la capacidad económica local y reforzaba la de los reinos cristianos.

Mapamundi del beato de Burgo de Osma redactado en 1086, con representación de Toledo (abajo).

Mientras tanto, reyes como Alfonso VI de Castilla (1065-1072, 1072-1109) aprovecharon este sistema de parias para beneficiarse de los conflictos entre las taifas para enriquecerse y continuar expandiendo su territorio. La economía de botín y el sistema de parias daban sus frutos también a líderes militares como el Cid, que estableció un principado en Valencia basado en este sistema.
El creciente poder militar de los reinos del norte en el siglo XI, sobre todo de Castilla y León, junto con Aragón y, en menor medida, los condados catalanes y el reino de Pamplona (frenados por la importante taifa de Zaragoza), decantaron la balanza del lado cristiano durante el siglo XI. Así se entiende la conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI, que tuvo una gran relevancia desde el punto de vista ideológico, dado el ideal de “restauración” del reino visigodo, con capital en esta ciudad. Sin embargo, ello también generaría una situación de desasosiego para las taifas andalusíes, que encabezadas por Sevilla y Badajoz, solicitaron la ayuda de los almorávides, que habían establecido recientemente un Imperio en el norte de África. El rigorismo de los recién llegados supo frenar a los cristianos y frenó su expansión, llegando a unificar de nuevo todo el al-Ándalus islámico entre 1086 y 1110. Las victorias en las batallas de Sagrajas (1086), Consuegra (1097) y Uclés (1108) son una muestra clara de esta nueva tendencia peninsular, instaurada hacia comienzos del siglo XII. Excepcionalmente, figuras como el Cid les hicieron frente de forma exitosa en la batalla, pero su muerte en 1099 precipitó la caída de sus dominios en Valencia en 1102. Se inauguraba una nueva etapa.


BIBLIOGRAFÍA:
-ESCALONA, Julio, “La Castilla del Cid”, Despertaferro Antigua y Medieval 40, 2017, pp. 6-13.
-NARBONA, Rafael, En l’horitzó de la historia ibérica: pobles, terres, sobiranies (segles V-XV), Afers, 2015.
-PORRINAS GONZÁLEZ, David, El Cid: Historia y mito de un señor de la guerra, Madrid: Despertaferro, 2019.


FOTOGRAFÍAS
-Mapa de las primeras taifas
-Mapamundi del beato de Burgo de Osma redactado en 1086, con representación de Toledo (abajo).

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