EL SIGLO XIII PENINSULAR

El siglo XII acabó con una gran incertidumbre para los reinos cristianos peninsulares. La expansión almohade sobre al-Ándalus y la derrota de los castellanos en Alarcos (1195) creó una cierta preocupación, aunque entre 1198 y 1210 Castilla y el Imperio almohade establecieron un acuerdo de paz. La división y enemistad entre Castilla y León, los acuerdos de reparto del reino de Navarra entre Castilla y Aragón (por ejemplo, el de Cazola de 1179), crearon una situación tensa. De hecho, los reinos de León y Navarra se aliaron con los almohades frente a Castilla y Portugal. En 1210 se reanudaron las hostilidades entre Castilla y los almohades, y el arzobispo de Toledo (Rodrigo Jiménez de Rada) logró que el papa Inocencio III convocase una cruzada, que los almohades respondieron con una llamada a la yihad. El enfrentamiento se produjo en 1212 en la batalla de las Navas de Tolosa, en la que participaron los reinos de Castilla, Navarra y los integrados en la Corona de Aragón, así como órdenes militares, milicias y algunos guerreros cruzados, aunque la mayoría de soldados internacionales se marcharon antes del choque. Los reinos de León y Portugal se mantuvieron al margen. La batalla causó un gran impacto en la época, por la poca frecuencia con la que se producían choques de tal magnitud. En parte, el enfrentamiento marcó el comienzo de la decadencia almohade, que se combinó con otros factores internos. Aun así, la victoria no tuvo consecuencias inmediatas para los cristianos, ya que las conquistas comenzaron a finales de la década de 1220, más de 15 años después de la batalla. Mientras que el al-Ándalus almohade perdía fuerza y poder en algunas zonas en favor de la aristocracia local, en 1230 se produjo la reunificación de Castilla y León bajo la figura de Fernando III, hijo de Alfonso IX de León y Berenguela, hija de Alfonso VIII de Castilla. Previamente, León se había expandido hacia la actual Extremadura, conquistando Cáceres en 1229 y Badajoz en 1230.

El siglo XIII peninsular

Posteriormente, Fernando III se dirigió hacia la Andalucía Bética y el río Guadalquivir (con la toma de Córdoba en 1236), Portugal hacia el Algarve y la Corona de Aragón hacia Mallorca (1229) y Valencia (1238). La decadencia almohade continuó durante la década de 1240, cuando la Corona de Castilla tomó Murcia (1243), Jaén (1246) y Sevilla (1248), capital almohade. La Corona de Castilla también se expandiría hacia Cádiz y Huelva, lo que llevó a ciertas disputas con el reino de Portugal por el Algarve, que finalmente quedaría en manos portuguesas. A la muerte de Fernando III en 1252, a mitad del siglo XIII, ya habían quedado configuradas las entidades políticas que pervivirían hasta finales de la Edad Media: la Corona de Castilla, la Corona de Aragón, el reino de Navarra, el reino de Portugal y el sultanato de Granada.
Sin embargo, tampoco existía una tranquilidad evidente. Los conflictos con el sultanato de Granada y la invasión de otra dinastía procedente del norte de África en 1275 (los benimerines o meriníes) amenazaban nuevamente las conquistas cristianas. Por su parte, las revueltas mudéjares de Valencia (1247-1258, 1276-1277) y Murcia (1264-1266, esta última aplacada con la ayuda militar de Jaime I de la Corona de Aragón, suegro de Alfonso X de Castilla) suponían un grave riesgo para los gobernantes cristianos. Sin embargo, estas fracasaron. Se inauguraba una época de transición hacia la Baja Edad Media, que estaría marcada por los conflictos entre las potencias peninsulares, las epidemias y por las luchas internas en el seno de los reinos, especialmente en Castilla. Eso ya lo trataremos en las siguientes publicaciones.

BIBLIOGRAFÍA
-ALVIRA CABRER, Las Navas de Tolosa. 1212. Idea, liturgia y memoria de la batalla. Madrid: Sílex, 2012.
-NARBONA, Rafael, En l’horitzó de la historia ibérica: pobles, terres, sobiranies (segles V-XV), Barcelona: Afers, 2015.

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